"La Agricultura es la actividad propia del sabio, la más adecuada al sencillo y la profesión más noble para toda persona libre"
Mario Tulio Cicerón

martes, 17 de enero de 2012

El picudo rojo haciendo de las suyas

Es triste pasear por el parque de mi pueblo, y ver como palmeras centenarias caen como moscas, o cruzar la plazoleta de la Soledad y ver como esa palmera centenaria de porte majestuoso se cae a pedazos, obviamente la población estará alarmada. Esta situación es debido a un coleóptero llamado Rhynchophorus ferrugineus y conocido como picudo rojo, siendo cierto que la alerta pública ya se dio en el aljarafe hace varios años, nos encontramos ante una plaga que ha dado muchos quebraderos de cabeza, pero que quizás podría haber tenido una reacción más rápida.

Esta plaga aparece en Egipto hace más de 25 años,  principal país exportador de palmeras debido a su bajo coste, se extendió hacia otros países como el nuestro detectándose los primeros picudos en Granada hacia 1995. En 1996 se prohibió en España la importación de palmeras del extranjero, pero cuatro años más tarde cambio la norma, coincidiendo con el “boom” urbanístico y siendo de todos sabido la moda la implantar palmeras en los distintos proyectos urbanísticos, avenidas y parques, la plaga tuvo más que razones y vía libre para extenderse.

Este coleóptero se caracteriza por su vistoso color rojo-anaranjado, de 2 a 5 cm de largo y 1 a 2 cm de ancho, posee un rostro alargado y curvado. Las larvas sin patas, son de color marfil y de cabeza rojiza. Originario de las regiones tropicales de Asia y la Polinesia se ha ido extendiendo por otras zonas subtropicales y templadas del planeta, colonizando distintas especies de palmeras. El adulto es un buen trepador desde el suelo hasta la copa y puede desplazarse a largas distancias mediante vuelo.
El ciclo completo, de huevo a adulto, tiene una duración entre 3 o 4 meses, dando lugar hasta cuatro generaciones anuales.

En España la especie de palmera más atacada es la palmera canaria (Phoenix canariensis) seguida de la datilera (Phoenix dactylifera), pero también afecta a numerosas especies, como a las washingtonias (Washingtonia robusta y Washingtonia filifera) y el palmito (Chamaerops humilis) muy típicas también en nuestros jardines, parques o zonas verdes. 



SINTOMAS
Las palmeras pueden aparentar estar sanas y sin embargo haber sido infestada incluso dos años antes, ya que aguantan bien sin mostrar síntomas mientras la larva abre galerías por su interior.
Los primeros síntomas se muestran en las hojas más jóvenes y centrales, con foliolos serrados inclinadas o aspecto decaído, las hojas se caen o al tirar de ellas lo hacen con facilidad, en un estado más avanzado el penacho se rompe y también puede llegar a caer.

COMO COMBATIRLA:
Parecía que estábamos ante una situación similar a la Tristeza del Naranjo, enfermedad que provoco el arranque de muchos árboles en Valencia en la década de los 70 o como sucedió en la vid con la filoxera. Pero no es cierto, existió una difusión errónea de que la erradicación del picudo rojo en las palmeras era imposible. Y es precisamente lo que hay que hacer para salvar a nuestras palmeras, erradicar esta plaga.

Si se pueden salvar las palmeras, pero hay que actuar con determinación y en base a una estrategia y técnicas que ya han demostrado su eficacia.

Desafortunadamente, se puede observar en muchos municipios que por culpa de una información incompleta y que las estrategias o tratamientos aplicados no fueron los adecuados, se han perdido y talado muchas palmeras.

Otro error difundido concierne a la recomendación o la obligación sobre la limitación de la poda a unos meses del año para evitar la infestación. Esta recomendación ha sido defendida a menudo por supuestos expertos y publicada en folletos por la mayoría de las administraciones. En realidad, se constata que la poda constituye una herramienta imprescindible para detectar de manera precoz las palmeras infestadas. 

La mejor manera de combatir a esta plaga, es sin duda, a través de la aplicación de una estrategia de control integrado que nos permite no sólo recuperar a las palmeras afectadas, sino también evitar la dispersión de la plaga.
Esta estrategia de control integrado se basa en:
·         Realización de inspecciones regulares de palmeras.
·         Instalación de una red de trampeo para capturas masivas.
·         Realización de saneamiento mecánico (poda) o químico de las palmeras infestadas (a través de tratamientos foliares y/o inyecciones en tronco).
·         Aplicación de tratamientos preventivos en todas las palmeras de la zona.
No es posible controlar esta plaga con un solo tipo de tratamiento o de actuación, es necesaria la aplicación de una estrategia de control integrada bien definida y programada. A la vez que también se hace necesaria la colaboración no solo del municipio sino también de los particulares y viveristas, para evitar posibles focos de este parásito.
Podemos encontrar dos estadios diferentes en las palmeras afectadas: un estado terminal, que será cuando la palmera haya sufrido el ataque en la yema terminal, siendo entonces irrecuperable, por lo que se debe proceder al corte del capitel para eliminar toda forma de picudo que puede encontrarse en la palmera. Otro estadio diferente se da cuando las palmeras presentan hojas caídas pero aún verdes sin la yema terminal afectada, en este caso podrán sanearse y recuperarse a través de tratamientos foliares y de endoterapia.

La endoterapia consiste en la inyección de un insecticida en el tronco de la palmera, circulando por la savia el insecticida alcanza todos los puntos de la palmera, independientemente de la altura, controlando así todas las fases del parásito. Materias que han dado resultado en varios casos, y aplicadas en la inyección al tronco son: Tiametoxan, imidacloprid o abamectina de forma alternada.
Es necesario eliminar todos los tejidos muertos de la palmera, para que no genere bacteriosis que pueda provocar la muerte de la misma. 

Gracias a estas prácticas se han podido salvar palmeras infestadas con un coste aproximado de 180 €/palmera. En contraste, con la estrategia de destrucción sistemática de palmeras anteriormente impuesta, donde el coste de tala hubiera sido de entre 800 y 1.000 €/palmera aproximadamente y provocando la pérdida de los ejemplares con alto valor económico que pueden tasarse entre 4.000 – 14.000 €.

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