"La Agricultura es la actividad propia del sabio, la más adecuada al sencillo y la profesión más noble para toda persona libre"
Mario Tulio Cicerón

sábado, 14 de enero de 2012

Influencias del laboreo sobre las propiedades del suelo

Una definición acertada del laboreo, es toda alteración mecánica del suelo, mediante el uso de un apero, con el objetivo de conseguir un ambiente adecuado para que la planta se desarrolle en las mejores condiciones y contribuir, con ello, a la mejora de la cosecha y el rendimiento del cultivo.

En la antigüedad, el laboreo era una técnica muy superficial, práctica que tradicionalmente se ha considerado imprescindible para la implantación y desarrollo del cultivo, sin embargo con el paso del tiempo los objetivos del laboreo han ido cambiando, con la aparición de maquinaria de gran potencia, las labores aumentaron en profundidad, así como la frecuencia de pasadas con el uso de otros aperos para desmenuzar la tierra. La reducción de los precios agrarios, el creciente coste del carburante, aspectos medioambientales y la progresiva implantación de la Agricultura de Conservación (que suprime el volteo de suelo mediante vertedera, apero de acción profunda, y mantiene sobre el suelo los restos del cultivo anterior), condujeron a una progresiva disminución de las labores con el objetivo de conseguir una mayor rentabilidad y respeto al medio ambiente.


Si queremos diferenciar distintos sistemas de laboreo, cabe destacar que “no existe una clasificación única y universal”. No obstante, según los aperos utilizados y su sostenibilidad con el medio ambiente podemos diferenciar, a grandes rasgos:

  Laboreo tradicional o convencional: sistema donde se realiza todas las labores necesarias para obtener un suelo en condiciones ideales.

  Laboreo de conservación: engloba diferentes prácticas de manejo, que tienen en común la no inversión del suelo, es decir, se suprime la vertedera, apero de acción profunda, y por otra parte también se mantiene gran parte de los restos vegetales del cultivo anterior. Distinguimos dentro de este sistema el manejo de No Laboreo, donde no si aplica labor alguna.

Estas alteraciones que se consigue con el laboreo actúan directamente sobre las propiedades físicas, químicas y sobre los componentes biológicos del suelo:

Provocan cambios en la estructura del suelo, afectando a parámetros que nos diagnostican el estado funcional del suelo como la densidad aparente y la infiltración del agua. La densidad aparente del suelo tiene un marcado efecto en la resistencia a la penetración de las raíces, un laboreo excesivo puede provocar un aumento de la densidad y con ello una mayor resistencia a la penetración radicular que deriva en una peor emergencia de las plántulas, una menor exploración de las raíces y un menor crecimiento de la planta.
La infiltración del agua, es un buen reflejo del espacio poroso, donde los macroporos se hacen responsables de la circulación del agua y del aire, constituyendo además el principal espacio donde se desarrollan las raíces, y los microporos son los responsables de la retención de agua. Así, si el laboreo es adecuado y no excesivo, se puede conseguir una tasa de infiltración alta que favorece la circulación del agua, disminuyendo con ello la escorrentía y aumenta las reservas de agua en suelo.

El laboreo excesivo también conlleva serios problemas como son la compactación, implicando el riesgo de producir encharcamiento, y la erosión, un problema de riesgo muy alto en nuestro país, y que se traduce en pérdida de suelo, es decir, pérdida de nutrientes, materia orgánica y capacidad de reservar agua.

El laboreo también influye en el contenido de humedad del suelo, el volteo que se produce en el sistema tradicional provoca que capas más profundas y húmedas salgan a la superficie facilitando la pérdida de agua en suelo por evaporación, disminuyendo así su reserva de agua.

Afecta a la fertilidad del suelo, ya que el laboreo favorece en un principio la movilización de elementos nutritivos y la mineralización de la materia orgánica, que puede ser positivo si se hace en el momento oportuno, ya que esta movilización lleva inherente su pérdida por lixiviación, y por consiguiente disminuiría la fertilidad edáfica.

Durante el laboreo se libera gran cantidad de CO2 almacenado previamente en el suelo disminuyendo de este modo su calidad, a la que podemos sumarle el gasto de combustibles fósiles en las operaciones de labranza donde también se emiten gases de efecto invernadero.

Por último, podemos afirmar que el laboreo disminuye la presencia de lombrices y microorganismos a largo plazo, componentes biológicos importantes para mantener una buena estructura del suelo.

Pero el efecto de estas propiedades va a depender en gran medida del escenario edafo-climático donde nos encontremos, es decir, de la textura del suelo y la climatología de la zona por lo que existen experimentos de larga duración al respecto, comparando diferentes sistemas de manejo para saber hacia dónde nos encaminamos. La variabilidad temporal caracteriza a este tipo de procesos por lo que se hace necesario, como hemos comentado, que el experimento sea de larga duración ya que depende de variables difíciles de controlar (temperatura, precipitación, estado del suelo…) y teniendo en cuenta la rentabilidad para el agricultor y la sostenibilidad con el medio ambiente. 

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